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Nunca sabras si nunca lo intentas

Pancitos mas esponjosos y suaves del mundo

4/6/2025

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​Cuando se habla de cocina japonesa, lo primero que viene a la mente de la mayoría de las personas es el sushi: refinado, colorido, minimalista. El sushi se ha convertido en un símbolo global de la gastronomía nipona.
Pero limitarse a eso es como pensar que la cocina italiana se reduce solo a la pasta y la pizza. La cocina japonesa es un universo mucho más amplio, sorprendente y profundamente arraigado en la filosofía del equilibrio y la simplicidad. Cada plato es una invitación a desacelerar, a escuchar  nuestros sentidos, a nutrir el cuerpo y la mente con respeto y consciencia. Es una invitación a alimentarse de forma más consciente, más sencilla, pero también más profunda.
Una de las razones que explican la extraordinaria riqueza de la cocina japonesa es que toda su tradición culinaria gira en torno al umami, el llamado quinto sabor.
La palabra umami es un término japonés que significa literalmente “sabroso” o “delicioso”. Es considerado uno de los cinco sabores fundamentales junto al dulce, salado, ácido y amargo.
El umami es lo que hace que una sopa de miso sea tan reconfortante, o un caldo de ramen tan envolvente. Es el sabor que amplifica a los demás, aportando equilibrio y profundidad a cada bocado. (Pero de eso hablaremos en otra ocasión...)
Durante nuestro viaje a Japón probamos una infinidad de platos exquisitos, delicias que varían de una región a otra. Descubrir la cocina japonesa es abrirse a una nueva sensibilidad, a una nueva forma de cuidado cotidiano. Aprendes que incluso en el plato más simple puede esconderse una forma extraordinaria de equilibrio y bienestar.
Entre las maravillas de la cocina japonesa que más me sorprendieron está el pan. Tienen una variedad increíble de panes, que llaman la atención por su suavidad y su sabor delicado. Uno de los más icónicos es el shokupan, el clásico pan de molde japonés, que se ha hecho famosísimo en los últimos meses y es considerado uno de los más esponjosos del mundo.
Su textura, increíblemente ligera y aterciopelada, se logra gracias a una técnica llamada yudane o tangzhong, que consiste en cocinar una pequeña parte de la harina con agua o leche antes de incorporarla a la masa. Este método permite retener la humedad, creando una miga muy suave que se conserva fresca por más tiempo. El resultado es un pan delicado, ideal tanto para preparaciones dulces como saladas.
El shokupan no solo es suave al tacto y al morderlo: tiene una ligereza que lo hace casi como una nube, pero con estructura. Al tostarlo ligeramente, desarrolla una corteza crujiente que contrasta maravillosamente con el interior mantecoso. Es una experiencia sensorial que habla de cuidado, precisión y amor por los detalles.
Este método es ampliamente utilizado en la panadería japonesa y china, y es el secreto detrás de la textura irresistible de sus panes. Una preparación sencillísima con poderes extraordinarios... capaz de transformar tus masas, dulces o saladas, en delicias suaves y delicadas que se mantendrán esponjosas durante mucho más tiempo.
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PANECILLOS al estilo JAPONÉS
Les puedo asegurar que la espera vale la pena. Para preparar estos deliciosos panes al estilo japonés, lo primero que deben hacer es preparar el tangzhong, también conocido como water roux.
Paso 1: el tangzhong
En un sartén, mezclar 20 g de harina con 100 g de leche y cocinar a fuego medio hasta obtener una consistencia gelatinosa. Verter en un recipiente, cubrir con plástico adherente y dejar enfriar.
Paso 2: la masa
Mezclar 10 g de levadura seca con 120 g de leche y dejar reposar durante 10 minutos. En un bol, agregar 320 g de harina, una pizca de sal, 50 g de azúcar, 1 huevo, añadir la levadura y el tangzhong, y comenzar a amasar. Finalmente, agregar 40 g de mantequilla blanda. Amasar hasta obtener una masa muy elástica y homogénea (si no tienen batidora amasar al menos durante 15 minutos). Formar una bola con la masa y dejar reposar hasta que duplique su volumen.
Paso 3: los panes
Cuando la masa esté lista, dividirla en 6 partes iguales. Si prefieren que los panes sean más pequeños, pueden dividirla en 8 partes. Formar los panes y colocarlos en un molde rectangular enmantecado o cubierto con papel de hornear (el que utilicé tiene medidas de 26x15 cm). Dejar reposar nuevamente durante aproximadamente una hora.
Paso 4: la cocción… (¡y finalmente estamos listos!)
Precalienten el horno a 180°C. Mezclen una yema de huevo con una cucharada de leche y pincelen los panes. Horneen durante 20-25 minutos, teniendo cuidado de no quemar la superficie.
Pueden conservarlo durante varios días a temperatura ambiente, pero, para una conservación más prolongada, pueden cortarlo en rebanadas y congelarlo: será suficiente con calentarlo ligeramente en el horno o en la tostadora para devolverle su fragancia original.
​A disfrutar!!!!

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